Los caminos del vino se extienden hasta confines imprevistos. Y ya llegan incluso a… ¡Punta del Este! Así es. Hace diez años, Paula Pivel y Alvaro Lorenzo, una bancaria y un abogado (dirigente del Partido Nacional) montevideanos, comenzaron a darle forma en la sierra de la Ballena, Maldonado, a un cuidado emprendimiento que no tardó en dar frutos: en 2006 tuvieron su primera cosecha y en 2007 presentaron las primeras botellas con la etiqueta Alto de la Ballena.

Sobre la ruta 12, a pocos kilómetros del mar y con el título de la única bodega de Punta del Este , la empresa contempló desde el inicio el aspecto turístico del negocio, aprovechando bien su espectacular ubicación serrana. Así, el matrimonio ideó, además de los viñedos y las instalaciones de la bodega en sí, un deck con vista panorámica para recibir turistas y ofrecerles degustaciones en un contexto realmente imbatible.

Actualmente, Alto de la Ballena se puede visitar con reserva previa. El programa, por 20 dólares, incluye recorrido guiado entre la vid (dos hectáreas sobre una pendiente rocosa) y degustación de cinco variedades, con un Tannat Viognier reserva, como botella insignia del establecimiento. Todo, de la mano de sus propios dueños, que no disimulan entusiasmo por este proyecto de buenos vinos y cambio de vida.

Una opción es acompañar la degustación con quesos producidos muy cerca de Alto de la Ballena, de la marca Nonno Antonio, que hace tiempo tenía su local frente al hotel Conrad, pero que un par de años atrás se mudó al campo , por el camino Lussich.

La nueva casa, una especie de cabaña de madera en el bosque, es ideal para probar in situ gorgonzola, mascarpone, reblochon y petit suisse, entre otras maravillas, no casualmente con vinos de Alto de la Ballena, y con tiramisú de postre. Todo por unos 20 dólares.

La agencia NovoTurismo organiza tours tanto a la bodega como a Nonno Antonio, además de otros poco conocidos puntos ecoturísticos de la zona.

www.altodelaballena.com

Fuente: La Nación